martes, 20 de agosto de 2013



Ensayo de la M en CyTE Lilia G. Torres Fernández (2008)
Las funciones del lenguaje

Las funciones del lenguaje en el circuito de la comunicación. El primero en establecer las funciones comunicativas fue Karl Büler.
Como dato interesante, Büler va a tomar como referencia uno de los medios de comunicación más importantes en su momento, éste era la radio, por eso él va a hablar del circuito de la comunicación, emisor, receptor, código, mensaje. Büler sólo establece tres, que son la expresiva, la conativa y la representativa

A través de signos (ya sean visuales u orales) se transmiten ideas, mensajes, pensamientos. Esta acción implica un objeto o una cosa de la que se habla o referente, implican signos (visuales, orales) y por lo tanto un código (conjunto de signos), un medio de transmisión  y evidentemente quien transmite (emisor) y quien recibe el mensaje (receptor).
Uno de los estudiosos más importantes del siglo XX llamado Jakobson definió seis funciones lingüísticas. De hecho una de sus aportaciones más importantes en la teoría literaria fue hablar de la función poética.
Jakobson fue uno de los fundadores del círculo lingüístico de Moscú, años después fue uno de los fundadores del círculo lingüístico de Praga, este va a ser, dentro de la escuela estructuralista europea uno de los grupos más importantes del estructuralismo ya que su línea de trabajo se dirige a lo que posteriormente se le conoce como funcionalismo. Jakobson por su origen tiene que emigrar a Estados Unidos, esto va a ser importante porque va a tener contacto con los lingüistas norteamericanos y con la línea de antropología lingüística que se desarrollo en esos años (50’s y 60’).

Emisor  mensaje   receptor
              Código
Referente (realidad-mundo)
abstracta-concreta

Todas las funciones existen un acto comunicativo, pero dependiendo del tipo de acto hay algunas funciones que son más visibles:
La función referencial se refiere a las relaciones entre el mensaje y el objeto al que se hace referencia. Esta función esencial consiste en evitar confusión entre el signo y la cosa, entre el mensaje y la realidad codificada. Es la función que se refiere a la relación existente entre el mensaje y la realidad (esta puede ser abstracta o concreta)
La función emotiva se refiere a las relaciones entre el emisor y el mensaje. Cuando nosotros comunicamos emitimos ideas relativas a la naturaleza del referente, pero también podemos expresar nuestra actitud respecto a ese objeto y al mismo tiempo emitimos posturas a través de signos secundarios (los gestos, por ejemplo). A esta función también se le ha llamado función sintomática o expresiva.
Algunos estudiosos señalan que la función referencial y la función emotiva son las bases a la vez complementarias y concurrentes de la comunicación. Por eso se habla de la “doble función del lenguaje”, una es cognoscitiva y objetiva, la otra afectiva y subjetiva, lo que supone dos tipos de codificación. Diferentes, el segundo tipo tiene su origen en las variaciones estilísticas y en las connotaciones, estas se actualizan en los mensajes estilísticos.
La función conativa o conminativa define las relaciones entre el mensaje y el receptor, pues toda comunicación tiene por objeto obtener una reacción de este último. La conminación puede dirigirse a la afectividad del receptor, se encuentra en este nivel la misma distinción cognoscitivo-afectiva (objetivo-subjetiva). Del primero derivan los códigos de señalización, los programas operativos (tácticas, programación, etc.) que tienen por objeto organizar la acción en común. Del segundo caso provienen los códigos sociales y estéticos que tienen como objetivo la participación del receptor, esta función ha adquirido gran importancia en la publicidad, en la cual el contenido referencial de los signos es opacado y se resalta la motivación del destinatario, ya sea condicionándolo por repetición o desencadenando reacciones afectivas. También se le conoce como función apelativa (apellare en latín vulgar significa llamar la atención, en latín clásico significa requerir). Esta función es muy interesante y está relacionada con la de los actos de habla propuesta por Austin que habla de los actos perlocutivos, es decir, cómo logramos los hablantes que a través de un mensaje los oyentes hagan algo. El libro de Austin se llama How to do things with words (Cómo hacer las cosas con palabras.
La función poética o estética es definida por Jakobson como la relación del mensaje consigo mismo. Es la función estética: en las artes se crean mensajes por medio de los objetos artísticos ya que son portadores de su propia significación. Esta función en los mensajes se ubica en el “cómo se comunica”. Para lo que a nosotros interesa tiene que ver con la selección de signos que hace el hablante, es decir, el uso de palabras determinadas de acuerdo al registro, al contexto, a la adecuación.
La función fática tiene por objeto afirmar, mantener o detener la comunicación. Jakobson distingue con ese nombre a los signos “que sirven esencialmente para establecer, prolongar o interrumpir la comunicación” y para verificar si el circuito de comunicación funciona.
El referente del mensaje fático es la propia comunicación, así como el referente del mensaje poético es el propio mensaje y el del mensaje emotivo, el emisor. La función fática desempeña un papel muy importante en todos los modos de comunicación: ritos, solemnidades, ceremonias, discursos, arengas, conversaciones familiares, etc., donde el contenido de la comunicación tiene menos importancia que el hecho de la presencia y de la reafirmación de adhesión al grupo. Se repiten la mismas palabras, los mismos gestos, sin embargo es la que nos permite continuar con el intercambio de mensajes, además cuando tiene valor negativo nos indica que no hay canal de comunicación, es decir, que alguno de los participantes no desea continuar y detiene el intercambio. Por ejemplo, cuando dice: Bueno, eso es todo. Adiós.
La función metalingüística tiene por objeto definir el sentido de los signos que corren el riesgo de no ser comprendidos por el receptor. La función metalingüística remite el signo al código del cual extrae su significación.
Esta función también está relacionada con lo que los lingüistas señalan con el proceso de autocorrección que llevan a cabo los hablantes cuando emiten un mensaje.
Comprender y sentir. Las diversas funciones son concurrentes en un mismo mensaje. Unas y otras dominan según el tipo de comunicación. La función  referencial y la función emotiva constituyen los dos grandes modos de la expresión semiológica, son modos de percepción no solamente opuestos sino inversamente proporcionales. La comprensión se ejerce sobre el objeto y la emoción sobre el sujeto. A raíz de estos dos modos de percepción los caracteres del signo lógico y del signo expresivo se oponen:
El signo es convencional, es arbitrario en un sentido. Se dice que la oposición entre la experiencia objetiva y la experiencia subjetiva, entre el saber y el sentir, se tiende a confundir los dos planos.
Sentido e información. Si los signos se encuentran en una relación lógica se puede decir que hay tres tipos de relación: una relación lógica de exclusión, una relación lógica de inclusión y una relación lógica de intersección que algunos estudiosos señalan como correspondientes alas funciones diacrítica (o distintiva), a la taxonómica (o clasificatoria) y a la semántica (o significativa).
 
Referencias:
Valerio, S. J. (1996). Desde el hablar a la lengua. Prolegómenos a una teoría de la sintaxis y la semántica textual y oracional. Málaga: Ágora. pp. 53-60.
Benveniste, E. (1971). Problemas de lingüística general. México: Siglo XXI Editores. pp.50-60.
Pons, R. (1980). El lenguaje. Barcelona: Teide. pp. 357-365.
 

miércoles, 12 de junio de 2013

El libro y los medios, crítica de la razón dualista



M en CyTE Lilia G. Torres Fernández (2010)

 

EN LA EDUCACIÓN DESDE LA COMUNICACIÓN

 

MARTIN BARBERO, Jesús. “El libro y los medios, crítica de la razón dualista” en la Educación desde la Comunicación, Editorial Norma, 2001. (pp. 45-77)

 

Esta lectura trata sobre el impacto que han tenido las nuevas tecnologías y sus usos sociales, además de la supuesta crisis existencial del libro.

 

Como maestra de las materias de lectura y redacción I-II y metodología de la investigación II, en el nivel medio superior, me resultó muy interesante la forma en que Martín Barbero aborda el tema de cómo los jóvenes se han dejado de interesar por los libros, y cómo los docentes, no hemos tenido la creatividad de enseñar a estos jóvenes, con todos los recursos que existen para cultivarse. 

 

Es una verdad abierta a todos, los jóvenes de hoy ya no escriben ni leen como lo hacíamos antes y como se pregunta el autor, ¿será la tecnología la culpable de esto? Según A. Renaud (1990), citado por Martín Barbero, “es toda la axiología de los lugares y las funciones de las prácticas culturales de memoria, de saber, de imaginario y creación la que hoy conoce una seria reestructuración” cuánta razón, pues ¿alguna generación ha sido hegemónica sobre otra, o se ha quedado enquistada eternamente? Pienso que jamás ha ocurrido esto, pero entonces ¿por qué se culpa ahora a la tecnología de que los jóvenes tienen diferentes formas de comunicarse tanto oral como escrita?, ¿acaso no es una transición natural, ante la aparición de los avances científicos y tecnológicos? 

 

No será que la escuela es la que no ha sabido cómo insertar estas herramientas, cómo al verse desplazada por estos medios, los ha satanizado e inclusive manifiesta que son los culpables de la situación económica, política, religiosa y sobre todo, que la educación se ve afectada por ellos. 

 

Me pregunto si sólo los jóvenes han cambiado el gusto de los libros por los medios audiovisuales, ¿no es más sencillo para cualquier persona, por ejemplo, ver un video tutorial para aprender algo, que leer las odiosas instrucciones e interpretar lo que en ellas se escribe? 

 

Con lecturas anteriores de este módulo, he reflexionado en que los docentes tenemos la obligación de cambiar las estrategias pedagógicas de enseñanza;  esta lectura, me ha dejado gratamente sorprendida, pues me ha quitado la preocupación y angustia del por qué los jóvenes de hoy no gustan de leer libros, a veces nos enfrascamos en la cerrazón de cumplir programas de estudio y se nos olvida pensar, crear y sobre todo tomar lo existente y actual para enseñar. Con esto no digo que abandonemos el hábito de la lectura, una buena historia, novela, conocimientos leídos en un libro, siempre serán reconfortantes, sólo que ahora, diré a mis alumnos que los medios también les pueden enseñar, que de ellos también pueden aprender, sólo hay que saber seleccionar y tomar conciencia de lo que se ve. 

 

Jamás me imaginé estar en la postura de defender a la televisión, durante años he pensado que es una pérdida de tiempo estar frente a ella, pero como nos dice Martín Barbero, nos guste o no “la televisión constituye hoy a la vez el más sofisticado dispositivo de moldeamiento y deformación de los gustos populares y una de las mediaciones históricas más expresiva de las matrices narrativas, gestuales y escenográficas del mundo cultural popular…” y para verla no se necesita asistir a la escuela para que te enseñen a usarla.

 

Cierto es que para ver la televisión no es necesario tomar cursos o prepararse especialmente para ello, pero sí es indispensable que la escuela eduque a sus estudiantes para verla. Las instituciones educativas deben entender que los procesos y métodos de lectura han cambiado, no se trata de sustituir uno por otro, sino considerar que existen otros medios y tienen que ser utilizados para un mejor proceso de enseñanza y aprendizaje. En la actualidad hay que tomar en cuenta, que ni los padres ni la escuela son únicos ejes rectores de la educación.

 

Ahora bien, no todo marcha sobre ruedas, pues como se señala en esta lectura, las políticas, por lo menos en Latinoamérica, continúan separando la cultura y comunicación del ámbito educativo. Es urgente que la escuela, desde primaria hasta universidad piense menos en los efectos ideológicos y morales de los medios, y se preocupe más en el entorno comunicativo; resulta fácil culpar a los medios como internet y televisión de la apatía de los jóvenes por el gusto de los libros, yo agregaría que por su aprendizaje en general, cuando en realidad, es la escuela la que no ha sabido motivar e interesar a estos jóvenes. 

 

Es necesario y con carácter de urgente, que la escuela en su proceso de enseñanza y aprendizaje incluya en sus planes y programas de estudio, el leer textos audiovisuales y los hipertextos, si desea estar vigente y tener éxito en que las nuevas generaciones lean, se necesita tomar conciencia que no son las nuevas tecnologías las culpables de la apatía y desinterés por adquirir conocimientos por parte de los estudiantes, se debe reflexionar que actualmente, no sólo existe el libro como único medio para leer y adquirir conocimientos, hay que considerar la diversidad y pluralidad de los recursos existentes.

 

Sería ideal que tanto las empresas televisoras y las autoridades reguladoras de la educación estén en constante comunicación para establecer una programación, y no por ello quitar la libertad de expresión a los medios, pero sí evitar aquellos programas que causan efectos negativos en los niños y jóvenes.