sábado, 23 de junio de 2012

El cambio de paradigmas en la educación


El cambio de paradigmas en la educación 

Viernes, 22 de Junio de 2012 21:36 ALFREDO YBARRA 

He vivido, en un curso, la apuesta de la Orden Trinitaria por un cambio en sus colegios. Parece obvio, todo el mundo quiere estar de acuerdo en que la educación tiene que cambiar. Pero rascando un poco la superficie de esta frase y adentrándose en un somero análisis de situación la cosa cambia; estamos ante algo complejo, aunque irrefutablemente necesario. La educación de un país define a su sociedad. Es su mejor acreditación. Es su perspectiva de futuro.

Un video de los tantos que nos han puesto nos mostraba a unos niños de primer nivel a los que se presentaba diversos objetos que hace muy poco eran el no va más, un disco de ordenador de los de 3,5, una Game Boy, algunos juegos infantiles de hace muy poquitos años... y no sabían lo que era, decían cosas muy graciosas acerca de su uso. Esto venía a demostrar cómo avanzan muchas cosas, mientras nosotros en muchísimos casos seguimos prácticamente sólo con la tiza y la explicación magistral del profesor. Igualmente por poner uno de los miles de ejemplos que podrían ilustrar este artículo, la ciencia y la pedagogía están de acuerdo en que un test de inteligencia al uso hace nada, es hoy una historia arcaica. Porque la inteligencia no es unívoca, sino que podemos hablar de las inteligencias múltiples.

Un niño que sepa muy bien repetir en un examen los cuadros resumen de un tema no es más válido académicamente que otro niño al que le cuesta algo más la memorización, pero que cuenta con otras destrezas que alcanza a un gran nivel. A la hora de desenvolverse en la vida no basta con tener un gran expediente académico. Hay gente de gran capacidad intelectual pero incapaz de, por ejemplo, elegir bien a sus amigos; por el contrario, hay gente menos brillante en el colegio que triunfa en el mundo de los negocios o en su vida personal. Todos podríamos aplicar aquí muchos ejemplos. Triunfar en los negocios, o en los deportes, requiere ser inteligente, pero en cada campo se utiliza un tipo de inteligencia distinto. Ni mejor ni peor, pero sí distinto. Dicho de otro modo: Einstein no es más ni menos inteligente que Ricky Rubio, simplemente sus inteligencias pertenecen a campos diferentes.

También es cierto que hasta hace muy poco tiempo la inteligencia se consideraba algo innato e inamovible. Se nacía inteligente o no, y la educación no podía cambiar ese hecho. Tanto es así, que, en épocas muy próximas, a los deficientes psíquicos no se les educaba, porque se consideraba que era un esfuerzo inútil. En la educación se están viviendo momentos difíciles, donde la conexión escuela-familia es complicada, unida casi siempre a los problemas de convivencia y disciplina en los centros educativos .A nivel educativo, somos el país de los niños-loro, sin capacidad de creación, a los que se les dice lo que tienen que estudiar para que memoricen y aprueben. Esto se une al plano socioeconómico, donde habitamos un territorio que se define como el de 'no me arriesgo', de familias cuyos patriarcas sueñan con que sus hijos tengan "un sueldo fijo para poder pagar la hipoteca".

Además, vivimos en el país donde la figura del emprendedor, del innovador, del autor de cambios está mal vista y el prójimo se alegra de las desventuras del vecino, que se convierte en sospechoso sólo por haber arriesgado con una idea diferente. Cambiar estos conceptos es posible mediante la educación; rediseñar una España nueva y adaptada a un tiempo nuevo con unas circunstancias diferentes a las que hemos tenido hace muy poco es posible; reseteándola desde la infancia. Pero ¿quién puede y debe liderar el cambio? Todo el mundo tendría una respuesta en principio: el gobierno que tiene el poder y el dinero. José Antonio Marina y Carmen Peñalver, acreditados sobresalientemente los dos para hablarnos de educación, nos refieren a Michael Fullan, que es un experto en la evaluación de las reformas educativas.

En su libro "Las fuerzas del cambio" ante esta pregunta planteada dice tajantemente: "Lo importante no se puede imponer por mandato. Cuanto más importante sea el cambio, menos se puede imponer". Añade que "los profesores son ante todo agentes de cambio de la sociedad, un papel que deben desempeñar explícita y agresivamente", pero también afirma que "si la voluntad de cambiar algo sigue centrándose en un nivel individualizado y en el aula, no se podrá hacer realidad. Es preciso otro componente. Hay que reestructurar el cambio en unos términos sociales y morales más amplios". ¿Quién debe entonces iniciar el cambio educativo? ¿El Gobierno? ¿Los profesores? ¿La sociedad? ¿Nadie? Y responde Fullan que si no respondemos con claridad a estas preguntas, seguiremos, como decía San Agustín, "descansando apaciblemente en la amargura".

La educación, que como digo define a una sociedad, necesita nuevas perspectivas, ideas innovadoras y una pedagogía mejorada que ayude a afrontar la nueva forma de educar que necesitan los alumnos de hoy en una época de volatilidad, incertidumbre, caos y ambigüedad. Los cambios son rápidos en la realidad que nos circunda, pero aún van a ser más rápidos. Los alumnos de hoy han nacido con la idea de cambio rápido, nosotros la afrontamos en general con miedo.

Se debe perder, y motivar a los alumnos, inculcarles el amor por aprender, avanzar hacia el futuro sin olvidar el pasado, aprender a usar la tecnología de forma eficaz en la práctica docente, y tratar de mejorar. Es la pedagogía del 3.0 o ¿ya tiene rango superior? Nuestros viejos modelos aburren a los alumnos. Por eso tendríamos que proponer un compromiso general para dar el paso del profesor conferenciante y controlador, ante todo soberano, hacia otro modelo de guía, entrenador. El alumno que aprende por su cuenta es la cuestión central.
Así que la escuela, los maestros y la sociedad deben de cambiar al respecto. Por ejemplo he podido vislumbrar el modelo que explica la religiosa Montserrat del Pozo, directora del Colegio Montserrat de Barcelona, con la experiencia que han tenido en su colegio, donde han sido capaces de ser conscientes de la importancia del liderazgo institucional apostando por un determinado modelo pedagógico basado en la estimulación temprana, las inteligencias múltiples y el aprendizaje cooperativo. En su opinión, estamos en tiempo de mutación, que pasa por pensar hacia dónde queremos ir, por apostar por trabajar de forma conjunta y por hacer que sean nuestros alumnos los que generen el cambio.

"El cambio hoy está en el descubrimiento de qué sé que no sé", dice. A juicio de Montserrat del Pozo, ese cambio tiene que vencer el miedo profundo y personal a superar un modelo adquirido; ser inspirador para los alumnos; implicar a toda la comunidad educativa, y tener como protagonista al alumno. Las fuerzas del cambio propuesto son los avances neurológicos que nos van a decir cómo tenemos que enseñar; la globalización; el pensamiento de diseño para que nuestros profesores puedan innovar; y un perfil de aprendizaje que nos permita descubrir las necesidades de los alumnos. Que los alumnos sean competentes a nivel global. Que sean capaces de llegar a la acción. En este aprendizaje será fundamental la implicación de las familias, un profesorado capaz de preparar a sus alumnos para que investiguen seriamente, sean audaces, íntegros, con pensamiento crítico y creativo; y donde todo el colegio sea ámbito de aprendizaje, no sólo las aulas. A la par sigamos preguntándonos por quien lleva la antorcha de este cambio. Pero vayamos andando.