El
cambio de paradigmas en la educación
Viernes, 22 de Junio de 2012
21:36 ALFREDO YBARRA
He
vivido, en un curso, la apuesta de la Orden Trinitaria por un cambio en sus
colegios. Parece obvio, todo el mundo quiere estar de acuerdo en que la
educación tiene que cambiar. Pero rascando un poco la superficie de esta frase
y adentrándose en un somero análisis de situación la cosa cambia; estamos ante
algo complejo, aunque irrefutablemente necesario. La educación de un país
define a su sociedad. Es su mejor acreditación. Es su perspectiva de futuro.
Un video
de los tantos que nos han puesto nos mostraba a unos niños de primer nivel a
los que se presentaba diversos objetos que hace muy poco eran el no va más, un
disco de ordenador de los de 3,5, una Game Boy, algunos juegos infantiles de
hace muy poquitos años... y no sabían lo que era, decían cosas muy graciosas
acerca de su uso. Esto venía a demostrar cómo avanzan muchas cosas, mientras
nosotros en muchísimos casos seguimos prácticamente sólo con la tiza y la explicación
magistral del profesor. Igualmente por poner uno de los miles de ejemplos que
podrían ilustrar este artículo, la ciencia y la pedagogía están de acuerdo en
que un test de inteligencia al uso hace nada, es hoy una historia arcaica.
Porque la inteligencia no es unívoca, sino que podemos hablar de las
inteligencias múltiples.
Un niño
que sepa muy bien repetir en un examen los cuadros resumen de un tema no es más
válido académicamente que otro niño al que le cuesta algo más la memorización,
pero que cuenta con otras destrezas que alcanza a un gran nivel. A la hora de
desenvolverse en la vida no basta con tener un gran expediente académico. Hay
gente de gran capacidad intelectual pero incapaz de, por ejemplo, elegir bien a
sus amigos; por el contrario, hay gente menos brillante en el colegio que
triunfa en el mundo de los negocios o en su vida personal. Todos podríamos
aplicar aquí muchos ejemplos. Triunfar en los negocios, o en los deportes,
requiere ser inteligente, pero en cada campo se utiliza un tipo de inteligencia
distinto. Ni mejor ni peor, pero sí distinto. Dicho de otro modo: Einstein no
es más ni menos inteligente que Ricky Rubio, simplemente sus inteligencias
pertenecen a campos diferentes.
También
es cierto que hasta hace muy poco tiempo la inteligencia se consideraba algo
innato e inamovible. Se nacía inteligente o no, y la educación no podía cambiar
ese hecho. Tanto es así, que, en épocas muy próximas, a los deficientes
psíquicos no se les educaba, porque se consideraba que era un esfuerzo inútil.
En la educación se están viviendo momentos difíciles, donde la conexión
escuela-familia es complicada, unida casi siempre a los problemas de
convivencia y disciplina en los centros educativos .A nivel educativo, somos el
país de los niños-loro, sin capacidad de creación, a los que se les dice lo que
tienen que estudiar para que memoricen y aprueben. Esto se une al plano
socioeconómico, donde habitamos un territorio que se define como el de 'no me
arriesgo', de familias cuyos patriarcas sueñan con que sus hijos tengan
"un sueldo fijo para poder pagar la hipoteca".
Además,
vivimos en el país donde la figura del emprendedor, del innovador, del autor de
cambios está mal vista y el prójimo se alegra de las desventuras del vecino,
que se convierte en sospechoso sólo por haber arriesgado con una idea
diferente. Cambiar estos conceptos es posible mediante la educación; rediseñar
una España nueva y adaptada a un tiempo nuevo con unas circunstancias
diferentes a las que hemos tenido hace muy poco es posible; reseteándola desde
la infancia. Pero ¿quién puede y debe liderar el cambio? Todo el mundo tendría
una respuesta en principio: el gobierno que tiene el poder y el dinero. José
Antonio Marina y Carmen Peñalver, acreditados sobresalientemente los dos para
hablarnos de educación, nos refieren a Michael Fullan, que es un experto en la
evaluación de las reformas educativas.
En su
libro "Las fuerzas del cambio" ante esta pregunta planteada dice
tajantemente: "Lo importante no se puede imponer por mandato. Cuanto más
importante sea el cambio, menos se puede imponer". Añade que "los
profesores son ante todo agentes de cambio de la sociedad, un papel que deben
desempeñar explícita y agresivamente", pero también afirma que "si la
voluntad de cambiar algo sigue centrándose en un nivel individualizado y en el
aula, no se podrá hacer realidad. Es preciso otro componente. Hay que
reestructurar el cambio en unos términos sociales y morales más amplios".
¿Quién debe entonces iniciar el cambio educativo? ¿El Gobierno? ¿Los profesores?
¿La sociedad? ¿Nadie? Y responde Fullan que si no respondemos con claridad a
estas preguntas, seguiremos, como decía San Agustín, "descansando
apaciblemente en la amargura".
La
educación, que como digo define a una sociedad, necesita nuevas perspectivas, ideas
innovadoras y una pedagogía mejorada que ayude a afrontar la nueva forma de
educar que necesitan los alumnos de hoy en una época de volatilidad,
incertidumbre, caos y ambigüedad. Los cambios son rápidos en la realidad que
nos circunda, pero aún van a ser más rápidos. Los alumnos de hoy han nacido con
la idea de cambio rápido, nosotros la afrontamos en general con miedo.
Se debe
perder, y motivar a los alumnos, inculcarles el amor por aprender, avanzar
hacia el futuro sin olvidar el pasado, aprender a usar la tecnología de forma
eficaz en la práctica docente, y tratar de mejorar. Es la pedagogía del 3.0 o
¿ya tiene rango superior? Nuestros viejos modelos aburren a los alumnos. Por
eso tendríamos que proponer un compromiso general para dar el paso del profesor
conferenciante y controlador, ante todo soberano, hacia otro modelo de guía,
entrenador. El alumno que aprende por su cuenta es la cuestión central.
Así que
la escuela, los maestros y la sociedad deben de cambiar al respecto. Por
ejemplo he podido vislumbrar el modelo que explica la religiosa Montserrat del
Pozo, directora del Colegio Montserrat de Barcelona, con la experiencia que han
tenido en su colegio, donde han sido capaces de ser conscientes de la
importancia del liderazgo institucional apostando por un determinado modelo
pedagógico basado en la estimulación temprana, las inteligencias múltiples y el
aprendizaje cooperativo. En su opinión, estamos en tiempo de mutación, que pasa
por pensar hacia dónde queremos ir, por apostar por trabajar de forma conjunta
y por hacer que sean nuestros alumnos los que generen el cambio.
"El
cambio hoy está en el descubrimiento de qué sé que no sé", dice. A juicio
de Montserrat del Pozo, ese cambio tiene que vencer el miedo profundo y
personal a superar un modelo adquirido; ser inspirador para los alumnos;
implicar a toda la comunidad educativa, y tener como protagonista al alumno.
Las fuerzas del cambio propuesto son los avances neurológicos que nos van a
decir cómo tenemos que enseñar; la globalización; el pensamiento de diseño para
que nuestros profesores puedan innovar; y un perfil de aprendizaje que nos
permita descubrir las necesidades de los alumnos. Que los alumnos sean
competentes a nivel global. Que sean capaces de llegar a la acción. En este
aprendizaje será fundamental la implicación de las familias, un profesorado
capaz de preparar a sus alumnos para que investiguen seriamente, sean audaces,
íntegros, con pensamiento crítico y creativo; y donde todo el colegio sea
ámbito de aprendizaje, no sólo las aulas. A la par sigamos preguntándonos por
quien lleva la antorcha de este cambio. Pero vayamos andando.