jueves, 28 de junio de 2012

Reflexión sobre el placer de aprender...


Martha Torán 
¿Qué significa para ti "encontrar placer en aprender"?
Sé que no es fácil responder a esta pregunta aunque aparentemente resulta sencillo.

Lo que yo entiendo por "placer de aprender" tiene que ver con disfrutar de la experiencia del aprendizaje. Esto es: vivir el aprendizaje como una experiencia estimulante. Es saborear el proceso. No basta con sentirse bien por haber alcanzado, al final, unos objetivos y constatar, tras una evaluación, que has llegado a la meta. Esto también es agradable pero, para llegar ahí, no es necesario que el camino sea placentero. Puede ser muy doloroso o, como poco, aburrido y un tanto frustrante.
Voy a enumerar lo que para mi es necesario para hablar de "placer de aprender":
1. La motivación. Sin calificativos. Basta con eso o, incluso más fácil, el interés. Para disfrutar aprendiendo te tiene que interesar hacerlo. Y cuando digo interés me refiero a su acepción cercana a la curiosidad (la inclinación del ánimo hacia algo, como indica la definición del diccionario de la Real Academia).

2. La autonomía. Me gusta tener independencia para dirigir mis pasos. Sentir que "investigo" y construyo mi propio camino. No necesito "control". Entiendo que puede ser necesario y soy comprensiva si el control se traduce en apoyo más eficaz.

3. La personalización. Cuando en entornos de aprendizaje se habla de personalización se entiende como una suerte de "automatismo" que permite, por ejemplo, customizar un contenido evitándote lo que ya dominas. Para mi la personalización es algo más. Tiene que ver conmigo y es un acto voluntario que me pertenece. El sistema y el método me permiten adaptar el contenido o los recursos disponibles a lo que más me gusta hacer.

4. La conexión. Entendida como se entiende el "conectivismo". Aprender en una comunidad y aprender de la interacción con otros. Y ser también "profesor" porque algunas de mis participaciones son relevantes para otros. Además, me gusta la idea de que la red se asemeja a nuestro sistema nervioso y que nuestros pasos en Internet reproducen cómo nuestras neuronas van estableciendo conexiones.

5. La práctica. Encontrar desde el principio el sentido a lo que aprendo porque me servirá para tomar una decisión, resolver un problema o mejorar un procedimiento. Las simulaciones acercan más a la realidad que una exposición teórica. Esto lo cuenta muy bien Stephen Downes: Un texto, una lección, son algo abstracto y virtual. Una historia, es una expresión de la realidad. Una simulación, hacer o experimentar, es un acercamiento a lo real.

6. Lo personal. Mi realidad es una mezcla de intereses profesionales y personales. A estos últimos no renuncio en el proceso. A veces me desvían un poco del camino más directo, pero a medio y largo plazo me sirven para afianzar los conocimientos.

Estos son los 6 pilares que debería tener mi aprendizaje para disfrutar de él con placer.
¿Lo construimos?

lunes, 25 de junio de 2012

sábado, 23 de junio de 2012

El cambio de paradigmas en la educación


El cambio de paradigmas en la educación 

Viernes, 22 de Junio de 2012 21:36 ALFREDO YBARRA 

He vivido, en un curso, la apuesta de la Orden Trinitaria por un cambio en sus colegios. Parece obvio, todo el mundo quiere estar de acuerdo en que la educación tiene que cambiar. Pero rascando un poco la superficie de esta frase y adentrándose en un somero análisis de situación la cosa cambia; estamos ante algo complejo, aunque irrefutablemente necesario. La educación de un país define a su sociedad. Es su mejor acreditación. Es su perspectiva de futuro.

Un video de los tantos que nos han puesto nos mostraba a unos niños de primer nivel a los que se presentaba diversos objetos que hace muy poco eran el no va más, un disco de ordenador de los de 3,5, una Game Boy, algunos juegos infantiles de hace muy poquitos años... y no sabían lo que era, decían cosas muy graciosas acerca de su uso. Esto venía a demostrar cómo avanzan muchas cosas, mientras nosotros en muchísimos casos seguimos prácticamente sólo con la tiza y la explicación magistral del profesor. Igualmente por poner uno de los miles de ejemplos que podrían ilustrar este artículo, la ciencia y la pedagogía están de acuerdo en que un test de inteligencia al uso hace nada, es hoy una historia arcaica. Porque la inteligencia no es unívoca, sino que podemos hablar de las inteligencias múltiples.

Un niño que sepa muy bien repetir en un examen los cuadros resumen de un tema no es más válido académicamente que otro niño al que le cuesta algo más la memorización, pero que cuenta con otras destrezas que alcanza a un gran nivel. A la hora de desenvolverse en la vida no basta con tener un gran expediente académico. Hay gente de gran capacidad intelectual pero incapaz de, por ejemplo, elegir bien a sus amigos; por el contrario, hay gente menos brillante en el colegio que triunfa en el mundo de los negocios o en su vida personal. Todos podríamos aplicar aquí muchos ejemplos. Triunfar en los negocios, o en los deportes, requiere ser inteligente, pero en cada campo se utiliza un tipo de inteligencia distinto. Ni mejor ni peor, pero sí distinto. Dicho de otro modo: Einstein no es más ni menos inteligente que Ricky Rubio, simplemente sus inteligencias pertenecen a campos diferentes.

También es cierto que hasta hace muy poco tiempo la inteligencia se consideraba algo innato e inamovible. Se nacía inteligente o no, y la educación no podía cambiar ese hecho. Tanto es así, que, en épocas muy próximas, a los deficientes psíquicos no se les educaba, porque se consideraba que era un esfuerzo inútil. En la educación se están viviendo momentos difíciles, donde la conexión escuela-familia es complicada, unida casi siempre a los problemas de convivencia y disciplina en los centros educativos .A nivel educativo, somos el país de los niños-loro, sin capacidad de creación, a los que se les dice lo que tienen que estudiar para que memoricen y aprueben. Esto se une al plano socioeconómico, donde habitamos un territorio que se define como el de 'no me arriesgo', de familias cuyos patriarcas sueñan con que sus hijos tengan "un sueldo fijo para poder pagar la hipoteca".

Además, vivimos en el país donde la figura del emprendedor, del innovador, del autor de cambios está mal vista y el prójimo se alegra de las desventuras del vecino, que se convierte en sospechoso sólo por haber arriesgado con una idea diferente. Cambiar estos conceptos es posible mediante la educación; rediseñar una España nueva y adaptada a un tiempo nuevo con unas circunstancias diferentes a las que hemos tenido hace muy poco es posible; reseteándola desde la infancia. Pero ¿quién puede y debe liderar el cambio? Todo el mundo tendría una respuesta en principio: el gobierno que tiene el poder y el dinero. José Antonio Marina y Carmen Peñalver, acreditados sobresalientemente los dos para hablarnos de educación, nos refieren a Michael Fullan, que es un experto en la evaluación de las reformas educativas.

En su libro "Las fuerzas del cambio" ante esta pregunta planteada dice tajantemente: "Lo importante no se puede imponer por mandato. Cuanto más importante sea el cambio, menos se puede imponer". Añade que "los profesores son ante todo agentes de cambio de la sociedad, un papel que deben desempeñar explícita y agresivamente", pero también afirma que "si la voluntad de cambiar algo sigue centrándose en un nivel individualizado y en el aula, no se podrá hacer realidad. Es preciso otro componente. Hay que reestructurar el cambio en unos términos sociales y morales más amplios". ¿Quién debe entonces iniciar el cambio educativo? ¿El Gobierno? ¿Los profesores? ¿La sociedad? ¿Nadie? Y responde Fullan que si no respondemos con claridad a estas preguntas, seguiremos, como decía San Agustín, "descansando apaciblemente en la amargura".

La educación, que como digo define a una sociedad, necesita nuevas perspectivas, ideas innovadoras y una pedagogía mejorada que ayude a afrontar la nueva forma de educar que necesitan los alumnos de hoy en una época de volatilidad, incertidumbre, caos y ambigüedad. Los cambios son rápidos en la realidad que nos circunda, pero aún van a ser más rápidos. Los alumnos de hoy han nacido con la idea de cambio rápido, nosotros la afrontamos en general con miedo.

Se debe perder, y motivar a los alumnos, inculcarles el amor por aprender, avanzar hacia el futuro sin olvidar el pasado, aprender a usar la tecnología de forma eficaz en la práctica docente, y tratar de mejorar. Es la pedagogía del 3.0 o ¿ya tiene rango superior? Nuestros viejos modelos aburren a los alumnos. Por eso tendríamos que proponer un compromiso general para dar el paso del profesor conferenciante y controlador, ante todo soberano, hacia otro modelo de guía, entrenador. El alumno que aprende por su cuenta es la cuestión central.
Así que la escuela, los maestros y la sociedad deben de cambiar al respecto. Por ejemplo he podido vislumbrar el modelo que explica la religiosa Montserrat del Pozo, directora del Colegio Montserrat de Barcelona, con la experiencia que han tenido en su colegio, donde han sido capaces de ser conscientes de la importancia del liderazgo institucional apostando por un determinado modelo pedagógico basado en la estimulación temprana, las inteligencias múltiples y el aprendizaje cooperativo. En su opinión, estamos en tiempo de mutación, que pasa por pensar hacia dónde queremos ir, por apostar por trabajar de forma conjunta y por hacer que sean nuestros alumnos los que generen el cambio.

"El cambio hoy está en el descubrimiento de qué sé que no sé", dice. A juicio de Montserrat del Pozo, ese cambio tiene que vencer el miedo profundo y personal a superar un modelo adquirido; ser inspirador para los alumnos; implicar a toda la comunidad educativa, y tener como protagonista al alumno. Las fuerzas del cambio propuesto son los avances neurológicos que nos van a decir cómo tenemos que enseñar; la globalización; el pensamiento de diseño para que nuestros profesores puedan innovar; y un perfil de aprendizaje que nos permita descubrir las necesidades de los alumnos. Que los alumnos sean competentes a nivel global. Que sean capaces de llegar a la acción. En este aprendizaje será fundamental la implicación de las familias, un profesorado capaz de preparar a sus alumnos para que investiguen seriamente, sean audaces, íntegros, con pensamiento crítico y creativo; y donde todo el colegio sea ámbito de aprendizaje, no sólo las aulas. A la par sigamos preguntándonos por quien lleva la antorcha de este cambio. Pero vayamos andando.



miércoles, 13 de junio de 2012

domingo, 10 de junio de 2012


La tarea, una costumbre antipedagógica

Por qué los niños no deben hacerla

Con frecuencia escucho a personas relacionadas con el sector educativo, psicológico y pedagógico que la tarea debe ser un ejercicio indispensable para aprender a ser responsable en la infancia. Lo primero que yo les preguntaría es ¿por qué quieren que un niño sea responsable?



La responsabilidad es un proceso que tiene sus inicios, ciertamente, en la infancia, pero la responsabilidad per se es el final del camino, no el principio. A quienes les preocupa la educación y la realización de los jóvenes de una sociedad saben (sabemos) que la conformación psicológica del pensamiento en la infancia es fundamental para el desarrollo óptimo de un ser, pero dados los resultados estadísticos del fracaso escolar que presenta nuestro país me permitiré explicar por qué la tarea es OTRO factor de este fracaso.
La infancia (de los cinco a los once años) es la época ideal para aprender (en la primaria) el desarrollo de todas las habilidades que en el futuro servirán para que los niños, a partir de los doce años, puedan con la carga de información académica que el sistema escolar les imponga.

Todos deseamos que nuestros hijos tengan una vida exitosa y que puedan —a través de su felicidad emocional, física y mental— sentirse realizados en todos los ámbitos de la vida, y, curiosamente, la tarea se percibe en el niño como la primera situación frustrante, cansada y aburrida de lo ya visto en la escuela.

La tarea no ayuda a desarrollar ninguna habilidad, no fortalece o incrementa el conocimiento, al menos la cantidad de conocimiento que se aprendió en ese día; no ayuda a memorizar tal información y mucho menos los hace personas responsables. La frustración que muchos niños sienten al hacer la tarea reforzará el aborrecimiento por ella; pocos niños expresan este sentimiento a los padres y la gran mayoría lo acepta con resignación. ¿Qué más puede hacer un niño ante el poder del adulto? Un niño agotado mentalmente se rebelará en la secundaria o preparatoria.

El actual sistema educativo, los padres y los maestros en conjunto, son los primeros en enseñar el sentimiento de frustración escolar, sin mencionar a los que padecen dislexia o déficit de atención, otro grupo vulnerable y víctima del sistema. Así, la tarea es la continuación de un mal sistema educativo que ya viven y padecen todos los niños de México.
La tarea no ayuda a desarrollar ninguna habilidad, no fortalece o incrementa el conocimiento, al menos la cantidad de conocimiento que se aprendió en ese día; no ayuda a memorizar tal información y mucho menos los hace personas responsables.
La responsabilidad se aprende con hábitos hasta lograr hábitos bien fundados; desde ir al baño con limpieza hasta respetar un determinado horario de juego con sus amigos por la tarde. El niño puede ver las caricaturas mientras ordena su mochila y sus útiles o su ropa y zapatos. Atender sus clases de deporte o de actividad artística de manera habitual sin acostumbrarse a la deserción. Hablar por la tarde a un familiar para saludarle (abuelito, tíos, primos) para aprender a crear actitudes afectivas y sociales. Ayudar a mamá en alguna labor de la casa para generar actitudes de cooperación. Hacer alguna buena acción de servicio y comentar al día siguiente en su escuela con quién la realizó; puede contar puntos para la escuela. El altruismo se aprende en el hogar o en la iglesia.

El niño tiene derecho a disfrutar de los juegos sin ninguna presión bajo la mal llamada “responsabilidad”. Son pocos los años en donde el ser humano es niño, así, ¿por qué hay que obligarlo a sentir y conocer la presión del adulto cuando no lo es? México es uno de los países con más recomendaciones de la ONU con respecto a los niños, y la UNICEF ha hecho serios encargos que no se han puesto en práctica. Muchas sociedades no entienden aún el significado y la importancia de “ser niño”.

Así pues, los buenos hábitos son la base del proceso de la disciplina y la disciplina a su vez fortalece el ejercicio de la voluntad, una a la otra se retroalimentan y poco a poco van creando a un ser humano preparado para sostener la carga de responsabilidad que pueda acumular de acuerdo con la cantidad de esfuerzo que sea capaz de tolerar en su adultez.
La tarea debe aplicarse a partir de los doce años y debe ser exclusivamente de investigación y continuarla durante la secundaria y preparatoria, utilizando las bases del método científico para crear una mentalidad científica antes de su formación profesional.
Por lo pronto, usted puede negociar con el maestro o la escuela para que indulten la tarea. Habrá quienes estén de acuerdo y quienes no. Que no le importe si le bajan la calificación a su hijo por no hacer la tarea, usted se dará cuenta de que sin esta presión irán a la escuela con mayor gusto, serán más participativos en clases y verán que la escuela es una fuente de conocimiento y alegría.